Una de las consecuencias del envejecimiento son los cambios que experimenta la piel. La piel es el órgano más grande de nuestro cuerpo, y se compone de dos capas: la epidermis en su parte más externa y la dermis, en su parte más interna.

Conforme envejecemos nuestra piel se hace también mayor. Perdemos elasticidad, lo que aumenta que algunas zonas presenten más laxitud y se originen las arrugas. Además las heridas también tardan más en cicatrizar y pueden aparecer con más frecuencia eczemas o cardenales, que modifican el estado de nuestra piel.

Por otro lado, en las personas mayores funcionan en menor medida las glándulas que provocan el sudor y con ello, aparece una mayor sequedad en la piel. Además, la piel se vuelve más pálida y fría.

Recomendaciones para cuidar la piel:

- Beber agua y líquido en abundancia, y aplicar cremas hidratantes ayuda a mantener una piel bien hidratada.

- Una alimentación equilibrada, a base de un mayor consumo de líquidos, de frutas y verduras, es un factor de protección y cuidado de la piel

- Una buena higiene, con aseo frecuente sobre todo en los pliegues de la piel, contribuye a tener un buen aspecto

- Reducir la exposición al Sol, para prevenir la sequedad en la piel e incluso disminuir el riesgo de tumores provocados por las radiaciones solares.

- Controlar y observar si aparecen manchas, lunares o experimentamos cambios en nuestra piel puede ayudar a detectar de forma precoz algunas lesiones de la piel.

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