Riesgos en el entorno: aceras y rampas

La seguridad vial de las personas mayores depende, en gran parte, de su capacidad funcional y estado físico. Con el paso del tiempo, las capacidades sensoriales y de percepción descienden, y pueden ser la causa de algunos accidentes.

Moverse de forma segura cuando se camina por la calle es esencial para un envejecimiento saludable. La sensación de seguridad en el entorno más próximo como puede ser el barrio influye considerablemente en la predisposición de las personas mayores a moverse y a relacionarse con su comunidad.

En este sentido, el estado de las aceras es un aspecto muy importante a tener en cuenta a la hora de realizar desplazamientos a pie. 

Según la Organización Mundial de la Salud, las aceras más seguras y “amigables con la edad”,  son aquellas que tienen una superficie lisa, nivelada, anti-deslizante; tienen una anchura suficiente para sillas de ruedas; están libres de obstáculos y ofrecen prioridad de acceso para peatones.

Algunas recomendaciones son:

  • Antes de salir de casa es aconsejable pensar en el itinerario que vamos a hacer para elegir aquellas calles y vías que sean más anchas, estén en buen estado y no demasiado llenas de gente para facilitar nuestros movimientos.
  • Para caminar con seguridad se recomienda hacerlo siempre por el interior de la acera, lejos del bordillo y prestando atención a las señales de salidas de los garajes.
  • Además, si se utilizan ayudas para la marcha como un bastón o un andador, es preferible escoger aquellas aceras con pasos rebajados que ayudan a cruzar la calle.
  • Precisamente la existencia de rampas en pasos habilitados en lugar de escalones favorece la movilidad de las personas mayores, sobre todo si además están dotadas de barandillas o asideros que faciliten el agarre en caso de fatiga o de cansancio.
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